Datos del artículo científico del que hablaremos en este astrobito:
- Título: Discovery of a dwarf planet candidate in an extremely wide orbit: 2017 OF201
- Autores: Sihao Cheng, Jiaxuan Li, and Eritas Yang
- Institución del primer autor: Institute for Advanced Study, Princeton, NJ 08540, USA
- Estado: Acceso abierto en arXiv

2017 OF201 visto a lo largo de los años. Figura adaptada de la Figura 5 en el artículo original
En las últimas décadas, la comunidad astronómica ha descubierto miles de pequeños cuerpos helados más allá de la órbita de Neptuno, lo que ha permitido obtener nuevas pistas sobre la estructura y la historia del Sistema Solar exterior. Una de las incorporaciones más recientes a este creciente catálogo es 2017 OF201, un gran objeto transneptuniano (TNO, por sus siglas en inglés) con una órbita elíptica inusualmente amplia y muy alargada.
Este objeto no destaca sólo por su tamaño y distancia, sino también por cómo encaja —o no— en los modelos actuales de dinámica orbital en las regiones más alejadas del Sistema Solar. En particular, su hallazgo plantea nuevas preguntas sobre la existencia del Planeta X, un planeta distante hipotético propuesto para explicar ciertos patrones observados en las órbitas de TNOs extremos.
¿Quién es 2017 OF201?
2017 OF201 fue descubierto utilizando observaciones pasadas realizadas por el Dark Energy Camera Legacy Survey (DECaLS), un proyecto originalmente diseñado para estudiar las propiedades de la energía oscura y medir la expansión del universo. Al analizar las imágenes del sondeo, el grupo detrás de este hallazgo identificó 19 observaciones de 2017 OF201 tomadas a lo largo de un período de siete años, lo que les permitió calcular con precisión su órbita y propiedades físicas.
La órbita de 2017 OF201 es inusual: tiene un semieje mayor de 838 unidades astronómicas (AU), que corresponde a su distancia media al Sol, y una distancia de perihelio de 44.9 AU, su punto más cercano al Sol. Esto lo sitúa muy por fuera del Cinturón de Kuiper. Esta órbita sugiere que 2017 OF201 se encuentra en la región de transición entre el disco disperso y la parte interna de la nube de Oort. Su inclinación orbital es de 16.2°, relativamente baja en comparación con muchos otros TNOs distantes, y actualmente se encuentra a unos 90 AU del Sol.

2017 OF201 tiene una órbita bastante extensa e inusual, similar a la del planeta enano Sedna. Figura tomada de https://en.wikipedia.org/wiki/2017_OF201
Con un diámetro de aproximadamente 700 kilómetros y una baja variabilidad en su brillo, es probable que 2017 OF201 tenga una forma aproximadamente esférica y sea lo suficientemente grande como para calificar como un planeta enano. Su superficie parece tener un color rojizo, similar al de objetos como Sedna, lo que sugiere que podría estar compuesto por materiales orgánicos complejos que han sido modificados por la intemperie espacial.
¿Cómo llegó allí?
Para entender cómo objetos como 2017 OF201 terminan en órbitas tan lejanas y desconectadas, la comunidad astronómica modela su evolución dinámica a largo plazo. Un escenario plausible comienza con la dispersión gravitatoria causada por Neptuno. A medida que Neptuno migraba hacia el exterior en las primeras etapas del Sistema Solar, perturbó gravitacionalmente a otros objetos, dispersándolos hacia órbitas más distantes y con alta excentricidad. Una vez que un objeto alcanza una distancia suficientemente grande del Sol, otras fuerzas —como la marea galáctica (la influencia gravitacional de la Vía Láctea)— comienzan a jugar un papel importante.
Las simulaciones muestran que, a lo largo de miles de millones de años, estas fuerzas galácticas pueden modificar gradualmente la órbita de un objeto. En particular, pueden aumentar su perihelio, desconectándolo efectivamente de la influencia directa de Neptuno. Este proceso es consistente con la órbita que observamos hoy para 2017 OF201. Su posición y trayectoria actuales indican que ya no está fuertemente influenciado por los planetas gigantes del Sistema Solar y que su evolución está dominada principalmente por fuerzas gravitatorias de largo plazo.
¿Qué nos dice esto sobre el Planeta X?
En 2016, un grupo de investigación propuso que un planeta aún no descubierto —a veces llamado Planeta Nueve o Planeta X— podría explicar por qué muchos objetos transneptunianos comparten orientaciones orbitales similares. En particular, varios de estos objetos tienen longitudes de perihelio agrupadas en torno a los 60°, una característica que es estadísticamente poco probable que ocurra por azar. La influencia gravitacional de un planeta distante y masivo podría mantener esta agrupación evitando que los objetos se dispersen con el tiempo. En otras palabras, esta teoría sugiere que un planeta gigante oculto podría estar organizando gravitacionalmente las órbitas de estos TNOs, manteniéndolos agrupados en lugar de permitirles dispersarse aleatoriamente.
Sin embargo, 2017 OF201 no sigue esta tendencia. Su longitud de perihelio es de 306°, muy alejada de la región agrupada de TNOs. Esto lo convierte en un caso atípico y en una nueva oportunidad para poner a prueba la hipótesis del Planeta X.

La órbita de 2017 OF201 no encaja con la de otros TNOs, cuyas órbitas se encuentran relativamente agrupadas por la presunta influencia gravitacional de un Planeta X. Figura adaptada de la Figura 2 en el artículo original.
Para explorar si 2017 OF201 aún podría ser compatible con la presencia de dicho planeta, el grupo detrás de este hallazgo realizó simulaciones detalladas que incluyeron los efectos gravitacionales de Neptuno y Urano, la influencia de la marea galáctica y, en algunos escenarios, un Planeta X modelado con parámetros basados en estudios previos (masa de aproximadamente 4 masas terrestres, eje semi-mayor de ~296 UA y excentricidad de ~0.34). Los resultados fueron claros: sin el Planeta X, 2017 OF201 permanecía en una órbita estable durante más de mil millones de años. Pero cuando se incluía al Planeta X, las simulaciones mostraban que las interacciones gravitacionales acabarían desestabilizando su órbita, llevando a la expulsión de 2017 OF201 del Sistema Solar en unos 100 millones de años.

Sin el Planeta X, la órbita de 2017 OF201 se mantiene estable por más de 1.000 millones de años; con el Planeta X, suele ser expulsado del Sistema Solar en unos 100 millones de años. Figura adaptada de la Figura 4 del artículo original.
Esto sugiere que la órbita de 2017 OF201 no encaja con el patrón que la hipótesis del Planeta X intenta explicar. Por lo tanto, su hallazgo complica la historia del Planeta X, aunque no la descarta por completo. Si bien no es concluyente, añade otra restricción a un panorama ya complejo y destaca la necesidad de obtener más datos antes de llegar a conclusiones definitivas.
Un inventario creciente de objetos lejanos
2017 OF201 no es interesante solo por su órbita. Su detección también apunta a la posibilidad de que exista una población mucho mayor de objetos similares. Dado que fue visible durante apenas el 0.5% de su período orbital, la probabilidad de haberlo descubierto justo en este momento era muy baja. Esto sugiere con fuerza que probablemente existen muchos más cuerpos como este, simplemente demasiado lejanos o débiles para ser detectados con los telescopios actuales.
Si se confirma su existencia, esta población oculta podría representar una cantidad significativa de masa en el Sistema Solar exterior—potencialmente hasta un 1% de la masa terrestre, comparable a la masa estimada del Cinturón de Kuiper. Observaciones futuras, especialmente las que se realicen con los próximos sondeos como el Legacy Survey of Space and Time (LSST) del Observatorio Vera C. Rubin, podrían detectar más de estos objetos distantes y ayudar a construir un panorama más completo.
¿Qué significa todo esto?
El descubrimiento de 2017 OF201 aporta información valiosa sobre la estructura, la dinámica y la historia de las regiones más externas del Sistema Solar. Apoya modelos en los que los objetos transneptunianos distantes evolucionan bajo la influencia combinada de Neptuno y la marea galáctica. Al mismo tiempo, plantea desafíos para algunas versiones de la hipótesis de Planet X, al presentar un caso que no encaja con la agrupación orbital esperada.
A medida que se descubren más objetos lejanos y se mide su órbita con mayor precisión, nuestra comprensión del Sistema Solar exterior seguirá evolucionando. Exista o no el Planeta X, objetos como 2017 OF201 son fundamentales para poner a prueba nuestros modelos de formación planetaria, migración y dinámica orbital a largo plazo. Estos mundos helados y lejanos pueden ser pequeños, pero contienen pistas importantes sobre la historia temprana del Sistema Solar—y nos recuerdan cuánto nos queda aún por descubrir.
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