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Diversidad

Astronomía Queer, Parte 1: Reconocer el problema

Nota del autor: Este artículo es una traducción al español del artículo Queer Astronomy, Part 1: Acknowledging the problem escrito por . En este se hace referencia al acoso y a otras experiencias potencialmente incómodas. A través del artículo, usamos el término queer (pronunciado ‘cuir’) para referirnos tanto a la comunidad LGBTIQ+, como a sus integrantes. 

“Habría estado perdido si no fuera por esta singular profesora que hizo el trabajo de su vida para que me quedara en la astronomía”. Así explica Fletcher Waller, un estudiante de máster de la Universidad de Victoria que utiliza espectroscopia para estudiar las poblaciones de estrellas pobres en metales del Grupo Local, el por qué sigue siendo científico. A diferencia de otras personas más privilegiadas, su recorrido por la astronomía ha estado marcado no sólo por su campo de estudios, sino también por una parte fundamental de su identidad. Waller es transgénero, y en un campo que sigue dominado por hombres blancos heterosexuales y cisgénero, ser queer suele significar tener que preocuparse constantemente por el acoso y el abuso. Aunque su supervisor hizo un esfuerzo extraordinario para asegurarse de que se sintiera apoyado, tener un aliado cercano es la excepción, no la regla. Como dice Waller, “el departamento es tan cis-hetero que es imposible saber a quién es remotamente seguro acudir”.

Entrevisté a 14 astrónomes actuales y antiguos que se identifican como parte de la comunidad LGBTQ+. Algunos, como la Dra. Kaitlin Rasmussen, experta en espectroscopía de la Universidad de Michigan, han sobrevivido a entornos intolerantes por pura determinación. Otros, enfrentados a una intensa discriminación, se han visto obligados a abandonar la astronomía por completo. Nuestras conversaciones trataron sobre la queer-fobia en el campo, los recursos para les astrónomes LGBTQ+ y sus aliados, y lo que los individuos y las instituciones pueden hacer para proporcionar entornos más seguros e inclusivos. En un momento en el que la aceptación social de la comunidad queer está creciendo pero en el que siguen existiendo importantes barreras estructurales a la igualdad, las acciones que nuestro campo lleva a cabo hoy son cruciales para la supervivencia de les astrónomes LGBTQ+. Hoy, en la primera parte de este Astrobito de dos partes, les presentaré a algunas de las personas con las que hablé, los desafíos que enfrentan y las formas en que la astronomía les ha fallado hasta ahora.

A qué se enfrentan les astrónomes queer
La Dra. Claudia Antolini es una comunicadora científica con sede en el Reino Unido. Antolini se identifica como asexual y, durante sus años en el mundo académico, sufrió el acoso de quienes no entendían su sexualidad o simplemente no les importaba. Describió haber tenido que huir y esconderse de hombres que continuamente le hacían insinuaciones no deseadas, y resumió sus experiencias diciendo: “Podría contarte cosas que te pondrían la piel de gallina”.

Los encuentros de Antolini están lejos de ser atípicos, tanto para las mujeres como para las personas queer en la astronomía. Hablé con un antiguo estudiante de posgrado que pidió a un profesor una carta de recomendación para su solicitud de doctorado mientras terminaba su máster. El profesor le dijo “nadie te va a contratar porque eres trans”. Aunque el estudiante acabó encontrando un profesor con el que hacer su trabajo de doctorado, este profesor se mostró despectivo tras enterarse de su transición; posteriormente, perdió su financiación y, a continuación, su apartamento. Dejó la astronomía y le resultó muy difícil volver a entrar en ella.

Algunas de las barreras más insidiosas a las que se enfrentan les astrónomes queer son las que otros consideran triviales. Avery Kiihne, un estudiante de Rutgers que estudia la formación de estrellas en galaxias enanas, tuvo dificultades al cambiar su nombre. Una mala gestión administrativa hizo que Kiihne tuviera que utilizar su nombre de pila en ciertos formularios que veían sus colegas y supervisores, y recibió una respuesta agresiva cuando intentó corregir el asunto. Un problema que debería haberse resuelto en un día se convirtió en un calvario emocional.

Los departamentos no son los únicos lugares en los que les astrónomes queer se enfrentan a la posibilidad de ser discriminados, acosados o agredidos. Los comités organizadores de conferencias deben ser conscientes de la posibilidad de que las reuniones sean entornos hostiles. La reciente legislación de algunos estados y jurisdicciones (en Estados Unidos) ha dificultado el acceso de las personas no binarias y transgénero al baño de su identidad de género, algo que los grupos deberían tener en cuenta. Los congresos internacionales también deberían esforzarse por evitar las regiones en las que la queer-fobia está muy extendida. Winter Parts, estudiante de doctorado no binarie de la Universidad Estatal de Pensilvania que estudia los exoplanetas, pone el ejemplo de una de sus amistades, que asistió a una conferencia en Dubai, donde los derechos LGBTQ+ son casi inexistentes. Winter Parts sintió preocupación al no saber si podría asistir a la conferencia con seguridad.

Por último, están las microagresiones cotidianas que contribuyen lentamente a crear un clima de animosidad. Waller se enfrentó a miradas hostiles cuando utilizó los baños de género porque su departamento carecía de baños de género neutro. Un estudiante con el que hablé describe un caso que le contaron en el que un profesor no hizo ningún esfuerzo por comprender el propósito de utilizar correctamente los pronombres de una persona, generando potenciales situaciones incómodas por la posibilidad de que se produzcan errores de género.

La (mala) comprensión de la comunidad queer
Al intentar mejorar la inclusión, muchos departamentos de astronomía tratan a les astrónomes LGBTQ+ como un grupo singular e inseparable, una suposición que, en el mejor de los casos, es ingenua y, en el peor, activamente perjudicial. Como dice Antolini, “la comunidad queer es extremadamente variada, y todas las diferentes capas de nuestras identidades completas nos llevarán por un camino muy diferente”. Por ejemplo, ser una persona de color y gay es una experiencia extremadamente diferente a ser blanco y gay. Nicole Man, que ahora es científica de datos en el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico, señala que los espacios queer, abrumadoramente blancos, la alienaron: “Creo que mi experiencia como científica y astrofísica queer también ha estado ligada a mi identidad como mujer de color. Creo que muchas de las veces que intenté formar parte de las comunidades queer, sentí que tenía que fracturar otras partes de mi identidad para tener algún terreno común con ellos”. En un momento en que los departamentos de astronomía están luchando contra el racismo sistémico en el campo, ignorar la interseccionalidad cuando se trabaja en iniciativas de inclusión es una receta para el desastre.

Una suposición igualmente problemática es que todas las personas queer son esencialmente iguales; en realidad, las personas LGBTQ+ tienen necesidades diferentes. Por ejemplo, las personas transgénero, intersexuales y no binarias necesitan urgentemente baños de género neutro, una cuestión que la mayoría de los departamentos de astronomía no han abordado. Antolini señala que, a diferencia de otras orientaciones sexuales, la asexualidad no es una característica protegida en el Reino Unido, lo que significa que los asexuales pueden necesitar un apoyo departamental adicional para hacer frente al acoso académico. Es posible que la falta de representación de muchos grupos queer a lo largo de la historia y en los medios de comunicación modernos haya contribuido a esta visión unidimensional de las personas LGBTQ+. Mientras que les astrónomes y físicos homosexuales pueden admirar a personajes como Frank Kameny y Sally Ride, Antolini expone sin rodeos su propia experiencia como científica asexual: “No tenemos ningún Alan Turing”.

Por último, los departamentos a menudo no comprenden la importancia de los sistemas de apoyo particulares de la comunidad queer. Charlotte Olsen, estudiante de posgrado de la Universidad de Rutgers que trabaja en galaxias lejanas, subraya la importancia de la “familia elegida” de una persona queer, los individuos que la apoyan, la reconfortan y la cuidan, especialmente en ausencia de una estructura familiar normal: “Creo que hay veces que la academia no reconoce la importancia de la familia elegida, porque no es algo que se entienda muy bien. Así que, por ejemplo, participar en los eventos del orgullo o hacer cosas en el Centro LGBT local, la gente que participa en los bailes o cosas así – muchas veces la gente que está fuera de la comunidad gay ve esto como pasatiempos, o intereses especiales. . . . Para algunos de nosotros nuestra familia elegida es la única que tenemos”.

Ser queer en la ciencia conlleva una invisibilidad a la que no se enfrentan otras minorías subrepresentadas. El hecho de que no se pueda saber si alguien es gay, trans o asexual con sólo mirarlo puede ser a la vez una bendición y una maldición, un escudo para los individuos contra el acoso potencial y un escudo para las instituciones que pretenden o asumen que este acoso no existe en absoluto. Desgraciadamente, parte de la hostilidad que impera en el clima actual de la astronomía agrava esta invisibilidad al obligar a les astrónomes queer a ocultar parte de lo que son. Una estudiante de doctorado con la que hablé dice que, aunque todavía no ha salido del armario, ver a otras personas queer prosperando en el campo le da felicidad y esperanza, y espero que podamos trabajar hacia una comunidad totalmente inclusiva, donde más astrónomes LGBTQ+ puedan disfrutar de esta libertad. En la continuación de este artículo veremos qué medidas puede tomar el campo para apoyar mejor a les astrónomes queer, discutiré algunos de los recursos y sistemas de apoyo ya existentes, y echaremos un vistazo al camino que podemos tomar hacia una comunidad astronómica más acogedora.

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