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Diversidad

¿Publican las mujeres menos durante la pandemia?

Imagen destacada: fotografía por Ketut Subiyanto obtenida en Pexels

En este Astrobito queríamos hablar del tema de la pandemia mundial del COVID-19 y cómo está afectando a la comunidad astronómica y académica, y particularmente a las mujeres.

Esta noticia publicada en Mayo de 2020 nos cuenta una investigación que realizó la doctora en ecología Megan Frederickson durante los primeros meses del confinamiento en Canadá. Ella, que estuvo cuidando a su hije de 6 años durante el confinamiento, se preguntó cómo el resto de la comunidad académica seguía escribiendo artículos a pesar de los retos que trajo esta pandemia. Frederickson sospechaba que eran las mujeres las que estaban cargando con la mayor parte del trabajo de la casa y los cuidados, ahora que las escuelas estaban cerradas, lo que podía resultar en una menor productividad laboral que la que tendrían en condiciones normales.

Para confirmar o descartar esta hipótesis, la doctora Frederickson hizo un análisis usando datos de los servicios arXiv y bioRxiv, que son bases de datos donde se suelen mandar borradores de artículos (llamados preprints) para hacerlos públicos antes de ser formalmente aceptados y publicados en revistas científicas. Puedes encontrar un interesante análisis del futuro de arXiv, la base de datos de artículos sobre ciencias físicas, en este astrobito. Ella eligió estos servidores en lugar de las propias revistas debido a que hay cierto retraso desde que se manda un artículo a la revista hasta que se publica, por lo que aún no se podrían ver los efectos de la pandemia en artículos ya publicados.

La doctora Frederickson compiló todas las entradas en estos servidores entre las fechas de el 15 de Marzo y el 15 de Abril de 2020 (durante la pandemia de COVID-19), y también durante esas mismas fechas del 2019, para comparar la cantidad y el ritmo de publicación de artículos en ambos años. Luego amplió esta búsqueda entre las fechas 1 de Enero y 30 de Abril de 2019 y 2020.

Utilizando una herramienta en R, que asigna una probabilidad de que un nombre provenga de una persona con género masculino o femenino, asignó géneros a los nombres de les autores de los artículos. Esto se comparó con una base de datos, y compactó los datos quedándose con el número de autores masculinos y femeninos de cada preprint, sin importar el orden de la autoría (en el caso de arXiv). Para el caso de bioRxiv, usó datos de les autores principales de cada preprint.

En la figura 1 puedes ver los resultados del análisis en las fechas entre Marzo y Abril de 2020 comparadas con 2019. Puede verse que el número de autores con nombres masculinos ha aumentado más rápidamente durante esta época que el de autoras con nombres femeninos.

Figura 1: Número de autores masculinos y femeninos en Marzo-Abril de 2019 (gris) y 2020 (anaranjado) de preprints de los servidores de arXiv (izquierda) y bioRxiv (derecha). Adaptada de la figura 1 del artículo original con datos del análisis de la doctora Frederickson.

Repitiendo el mismo análisis, pero teniendo en cuenta también los meses de Enero y Febrero de 2019 y los artículos escritos por una sola persona, encuentra un resultado similar. Además, resultados de este otro artículo, que incluyen las bases de datos EarthArXiv y medRxiv, muestran un descenso en el número de preprints escritos por mujeres como primera autora durante los meses del confinamiento (Figura 2).

Figura 2: Porcentaje de artículos escritos por una mujer como primera autora durante los meses de Enero-Febrero y Marzo-Abril de 2019 y 2020 en distintos servidores de preprints científicos.

Este método tiene algunas limitaciones, puesto que, por ejemplo, asignar géneros en base a nombres puede confundir el género real de la persona, excluir a personas de género no binario y, debido a que se usó una base de datos de nombres de bebés de EEUU, puede excluir autores con nombres no occidentales. Además, en astrofísica es común poner iniciales en lugar de nombres.

Aún así, Frederickson cree que, con una muestra lo suficientemente grande, el análisis puede revelar disparidades de género en el mundo académico, y comenta que, aunque “Las diferencias son modestas, están ahí”.

Finalmente, el artículo nos habla de otros proyectos que están encontrando tendencias similares, que concluyen que hay diferencias más pronunciadas cuando se tiene en cuenta solo el primer autor/a de los artículos, que suelen ser investigadores al comienzo de su carrera científica. También se ha visto que más hombres están publicando en nuevas áreas de conocimiento relacionadas con el COVID-19, tanto en economía como en medicina, que mujeres.

La autora acaba haciendo una reflexión sobre las posibles causas de estas diferencias, que se engloban en la desigualdad de género y el sistema patriarcal en que vivimos: las mujeres suelen hacerse cargo de cuidar a sus hijes y a familiares con enfermedades. Además suelen tener más carga lectiva, lo cual probablemente haya aumentado mucho su carga de trabajo al pasar súbitamente a enseñanza virtual en la mayoría de países.

Estudios más recientes siguen encontrando estas diferencias, y se espera que esta tendencia persista en los países que experimentan ya la segunda ola de la pandemia. Las universidades y centros de investigación deben tomar medidas para reducir estas desigualdades, pues este problema puede tener consecuencias muy graves para la diversidad en el mundo académico en el futuro.

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