estás leyendo...
Papers recientes

¡Todos a bordo! Usando planetas escapados como naves interestelares

En búsqueda de vida extraterrestre

Desde su origen, una de las preguntas que más ha intrigado a la humanidad es saber si estamos solos en en universo. Con la llegada de la era moderna, por primera vez estamos en condiciones de buscar activamente una respuesta a esta fascinante pregunta. Es así que durante todo el siglo XX surgieron diversas propuestas de búsqueda de vida extraterrestre, que concluyeron en la creación del programa SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre por sus siglas en inglés) en la década de los 70s. SETI no es un programa único, sino que funciona como un paraguas que engloba diversas iniciativas que buscan indicios de vida extraterrestre. Entre los proyectos más famosos se encuentra el proyecto de  ciencia ciudadana llamado SETI@home. La ciencia ciudadana es un tipo de investigación científica que cuenta con el aporte de el público no especializado. En este caso, usuarios privados ejecutaban un programa que descargaba y analizaba datos obtenidos con el radiotelescopio de Arecibo (Figura 1) en búsqueda de señales de vida extraterrestre. 

Figura 1: Imagen aérea del radiotelescopio de Arecibo en el 2019, con su antena de 305 metros de diámetro. Créditos de la imagen: University of Central Florida.

Una vez comenzados los programas de búsqueda, la pregunta original sufrió una transformación: ¿cuáles son las características que podríamos observar para identificar vida extraterrestre? Nuestro desconocimiento sobre otras posibles civilizaciones hacen que esta sea una pregunta extremadamente difícil de contestar. En el artículo de hoy, la autora intenta dar posibles respuestas en un caso particular en que una hipotética civilización esté migrando.

¿Para qué caminar si puedes usar un planeta?

La vida tal y como la conocemos no puede ocurrir en cualquier punto de nuestro Sistema Solar. En este sentido, los astrónomos han definido la llamada zona de habitabilidad como la distancia desde el Sol a la cual el agua puede encontrarse en forma líquida en un planeta con características similares a las de la Tierra. Si bien es discutible si todas las formas de vida que podrían existir a lo largo del universo también tienen la necesidad de que exista agua líquida, el concepto es bastante útil para comprender lo exigente que son los requerimientos ambientales para que exista vida. El problema fundamental es que a lo largo de la evolución de las estrellas, la ubicación de esta zona cambia, hasta desaparecer por completo en estrellas muy antiguas. Este fenómeno, sumado a otras posibles causas como desastres naturales o simplemente la exploración espacial, pueden llevar a que una civilización decida migrar a otro sistema planetario. El problema es que esta migración es un proceso extremadamente difícil, aún para una civilización avanzada: en la misión Apollo 10 se alcanzó la velocidad más alta en una nave espacial tripulada por humanos, unos 40.000 km/h. Viajando a esa velocidad, una nave necesitaría más de 100.000 años para alcanzar la estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri. Claramente, la nave espacial necesaria para realizar un viaje de estas características es inimaginablemente grande y compleja.

Es aquí donde entra la idea central de este artículo. ¿Qué tal si en vez de una nave, una determinada civilización usa un planeta entero para viajar? De esta forma los requerimientos de espacio necesario para transportar suficientes individuos, así como los recursos naturales necesarios, estarían cubiertos. La siguiente pregunta es si existen este tipo de planetas, que no están orbitando en torno a una estrella, como es el caso de nuestra Tierra o todos los planetas del Sistema Solar, sino que pueden viajar libremente entre diversas estrellas. Estos planetas, llamados interestelares o FFP (free floating planets), han sido propuestos teóricamente e incluso existe una discusión acerca de si fueron observados directamente (Figura 2).

Figura 2: Imagen obtenida en la región de la constelación de Escorpio, donde los puntos amarillos representan estrellas, los azules enanas marrones (un tipo de estrellas enanas) y los rojos planetas errantes. Créditos: Figura 1 del artículo de Miret-Roig et al. (2022).

En la discusión acerca de la viabilidad de su hipótesis, la autora propone diferentes escenarios en los que una civilización puede alcanzar un planeta errante para pedirle un aventón, ya sea alcanzando un planeta errante que pasa cerca del planeta original de la civilización, o usando su propia tecnología para eyectar un cuerpo menor, similar al que podríamos encontrar en la nube de Oort de nuestro Sistema Solar. Una vez que el viaje comienza, la autora analiza la  supervivencia de la civilización en un planeta de estas características, lejos de una estrella central y expuesto a la radiación galáctica. El artículo llega a la conclusión de que existen fuentes como la fusión nuclear que tendrían la capacidad de proporcionar toda la energía necesaria para el viaje, y que la civilización podría sobrevivir viviendo en hábitats subterráneos.

Finalmente, el artículo discute cuáles serían las características de un planeta de estas características que podrían ser observadas desde la Tierra. Si los mecanismos para pilotear el planeta se basan en fenómenos magnéticos (como una vela solar), nuestros telescopios podrían observar ciertas señales características. Además, la presencia de vida en el planeta podría generar un exceso de radiación infrarroja medible desde la Tierra. Sin embargo, el planeta no estaría ligado a ninguna estrella, por lo que no sería posible medir una señal siempre desde el mismo lugar en nuestro cielo, sino que se iría moviendo. En este sentido, la autora discute si la señal Wow!, una señal de ondas de radio detectada  una única vez en 1977, podría venir de un planeta errante, lo que explicaría por qué no fue posible volver a medirla. 

Luego de todo este análisis, la conclusión de la autora es que es posible no solamente que una civilización esté viajando por el espacio interestelar en su propio planeta errante, sino que también podríamos captar señales características de un evento de ese estilo. Por esto, la sugerencia final es que deberíamos actualizar el programa SETI para también incluir la búsqueda de vida extraterrestre migrante.

Crédito de la imagen destacada: National Radio Astronomy Observatory, Nuevo México. Fotógrafo: Arthur Greenberg/Alamy

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.