Nota: Este astrobito es una traducción del astrobite original en inglés: “So You Want to be a Professor of Astronomy?“, un artículo de opinión escrito por Wynn Jacobson-Galán. Astrobite original en inglés editado por Luna Zagorac. El desarrollo de este astrobito esta basado en los datos que se encuentran disponibles para EEUU.
¿Cuál es nuestra posición?
Cada vez que menciono que me estoy doctorando en astronomía me preguntan, sin falta, “entonces, ¿quieres ser profesor?”. La pregunta está totalmente justificada: Yo, al igual que mis otros compañeros de posgrado, nos hemos comprometido con una trayectoria profesional que nos ata naturalmente al mundo académico durante todo el tiempo que podamos permanecer dentro de este sistema. A la mayoría de los que estamos en este campo se nos ha inculcado una rígida proyección profesional que esperamos mantener a medida que avanzamos en nuestra carrera. Según este plan idealista, completamos nuestro doctorado en 5-7 años, trabajamos como becarios postdoctorales durante 2-6 años (dependiendo de cuántos puestos ocupemos) y luego, en última instancia, conseguimos un puesto en la facultad como profesor asistente de astronomía. A partir de ahí, trabajamos para que nos coloquen en la vía de la titularidad como profesor asociado, lo que luego dará lugar a un puesto de profesor titular completo (por profesor titular nos referimos a un profesor fijo con contrato estable, distinto de un becario postdoctoral, quien tiene un contrato con fecha de fin).
Pero, ¿este plan es para todos? ¿Está nuestro campo diseñado para ofrecer plazas como catedráticos a todos los doctores? Si no es así, ¿qué posibilidades tengo de llegar a ser profesor de astronomía? En este artículo, exploraré estas preguntas y otras más, mientras trato de precisar la elusiva y, en última instancia, aterradora tasa de cátedra en astronomía.
¿Qué dicen los datos?
Cada vez está más claro que existe una discrepancia creciente entre el número de nuevos doctores en astronomía y la cantidad de puestos de profesores disponibles en los departamentos de astronomía de todo el mundo. Esta brecha puede considerarse desde muchos ángulos, pero la realidad es que el problema sólo parece empeorar: la maquinaria académica sigue produciendo más y más doctores que, tras completar uno o más postdoctorados, se enfrentan a un grupo relativamente estático de puestos de profesorado. Una aproximación simplista a la tasa de permanencia del profesorado en nuestro campo es utilizar el hecho de que en Estados Unidos los profesores de todas las disciplinas asesoran a una media de 7,4 estudiantes de doctorado. Esto significa que si el número de puestos de profesorado se mantiene constante, sólo 1 de cada 7,4 estudiantes (~13,5%) puede acabar sustituyendo a un miembro del profesorado en su campo. Aunque este experimento mental está plagado de suposiciones y variables libres, es un punto de partida interesante para ver cómo podría limitarse la tasa de profesorado dentro de la astronomía.
En nuestro campo, los datos también parecen reflejar una realidad igualmente desalentadora para convertirse en profesor titular. En la Figura 1 se muestran las tendencias anuales de los puestos de titularidad anunciados en el registro de empleo de la AAS entre 2017 y 2021, así como otros conjuntos de datos como el número total de estudiantes de primer año de posgrado, los doctores confirmados, los puestos de posdoctorado anunciados, las licenciaturas en astronomía y los puestos de profesorado sin titularidad. A partir de 2019, el año más reciente con datos completos, la cantidad de puestos de profesorado titular (~180) fue ligeramente mayor que el número de nuevos doctores con sede en Estados Unidos (~159), pero menor que la clase de estudiantes de posgrado de astronomía de primer año con sede en Estados Unidos (~241). Esto puede no parecer una gran discrepancia a primera vista, especialmente si se tiene en cuenta que el número medio de puestos postdoctorales globales disponibles para los nuevos doctores se ha mantenido relativamente constante en ~680 puestos anunciados. Sin embargo, hay que tener en cuenta muchos factores.
En primer lugar, ~159 de los doctores en astronomía confirmados en 2019 son sólo para programas de posgrado de Estados Unidos. Si se tiene en cuenta el resto de los programas de astronomía de todo el mundo, el total anual de nuevos doctorados aumenta drásticamente, superando así en gran medida el número de puestos de profesorado anunciados en 2019. En segundo lugar, aunque los puestos de posdoctorado son relativamente abundantes en nuestro campo, son en última instancia el trampolín entre el doctorado y un puesto de profesor. En consecuencia, cientos de astrofísicos terminan sus posdoctorados cada año e intentan conseguir uno de los aproximadamente 180 puestos de profesorado que se anuncian anualmente. Esto revela un excedente sustancial de doctores que buscan puestos en la facultad, que se agrava cada año a medida que a más y más postdoctorales les son denegados los puestos en la facultad sólo para intentarlo de nuevo en el año siguiente con aún más nuevos solicitantes. En 2019, si había ~500 postdoctorados que buscaban un puesto de profesor titular, la tasa de nuevas cátedras de astronomía era de ~36%, pero probablemente mucho menos.
Más datos, más obstáculos
También es importante señalar la homogeneidad de los datos presentados hasta ahora. La desafortunada realidad es que no todos los puestos de profesorado son iguales: de los ~180 puestos anunciados en 2019, una proporción significativa (~65%) no pertenecía a universidades R1 (o incluso R2/R3 o el equivalente no estadounidense), y algunos puestos no estaban relacionados en absoluto con instituciones de investigación. Las universidades de mayor ranking atraen más respeto, más financiación y, en consecuencia, más solicitantes de profesorado, por lo que disminuyen las posibilidades de obtener estos codiciados puestos. Un puesto de titularidad en una institución de investigación aclamada influye en el tiempo que un astrofísico puede recibir financiación para continuar su trabajo y avanzar en su ciencia.
Además, en años anteriores, aproximadamente un tercio de los puestos de profesorado anunciados y más de la mitad de los postdoctorales no se encontraban en Estados Unidos (Figura 2), lo que supone un obstáculo para los ciudadanos estadounidenses que no pueden trasladarse a otro país; esto también se aplica a los doctores internacionales que buscan puestos de profesorado fuera de su país. Por último, el porcentaje de profesores de astronomía BIPOC (Término que hace referencia a la gente no considerada blanca) es considerablemente menor (~21%) que el profesorado cis/blanco/masculino, lo que también refleja la tasa a la que estos grupos subrepresentados obtienen puestos de profesor en astronomía. Además, en 2018, las mujeres solo representaban el 23% del profesorado de astronomía en los Estados Unidos, pero también comprendían el ~40% de los doctores confirmados ese año. Si el porcentaje total de mujeres catedráticas se mantiene cerca de este porcentaje, esto revela una tasa de cátedra considerablemente menor para las mujeres doctoradas que sus colegas masculinos, siendo esta tasa aún más baja entre los grupos más subrepresentados.
Figura 2: Conjunto de datos a largo plazo de puestos de profesorado con y sin titularidad, puestos de postdoctorado y doctorados en astronomía. Los datos incluyen también a los doctores de los departamentos de física, por lo que las cifras son mayores que las mostradas en la Figura 1. (Fuente: Astro2020 Decadal Survey)
¿Hacia dónde vamos?
Cada año que pasa, es más evidente que los puestos de titularidad en astronomía son extremadamente difíciles de obtener. Y las presiones que rodean este deseado puesto de titularidad se derivan en gran medida del estigma que rodea a los puestos no docentes en astronomía. Desgraciadamente, puestos como el de profesor de investigación, conferenciante, científico de plantilla u operador de telescopio no gozan del mismo prestigio, respeto y seguridad financiera que los puestos de profesor titular, a pesar de la necesidad crucial del trabajo no docente en nuestro campo. Además, los doctores en astronomía tienen cada vez más oportunidades de aplicar sus conocimientos en otros campos, como la ciencia de los datos, la ingeniería o la política pública. Y así, mientras vuelvo a plantearme la pregunta “¿quieres ser profesor?”. Todavía estoy lleno de emociones contradictorias, pero soy optimista de que nuestro campo adoptará una mentalidad más progresiva en términos de a quién se le otorgan puestos de titularidad y cómo expresamos el valor de aquellos que no lo son.
Editado en inglés por: Luna Zagorac
Imagen destacada: Aaron Geller, Northwestern University
Está mui bueno este historial, y me gustaría saber que hacen siendo profesores.
Gracias por tu pregunta. Las tareas de un profesor son multiples. En principio se dividen en tareas de educacion y de investigacion. Las tareas de educacion incluyen ensenar, supervisar trabajos de estudiantes, desarrollar nuevos cursos, por ejemplo. Las de investigacion incluyen testear hipotesis cientificas, producir manuscritos que describan la investigacion, diseminarlos en conferencias y talleres, y pedir fondos para financiar la investigacion en si.